Señor oso

Te envidio, señor Oso, porque marchas a tu cueva, olvidas todo, vives en reposo, cubierto por ti mismo, satisfechas las ansias. En cambio acá, acá todo es trueno, rugido, temblorina, dolor de ramas, ventanas vacías, espejos ciegos, comezón celular. Sí señor Oso, te envidio, porque mientras digo y digo, tú ya vas a descansar. B. G.

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