Arquitectos del sueño
Arquitectos del sueño
Benjamín García
Alcibiades es impetuoso y arrogante, como buen como buen joven, cree saber y cree poder enseñar lo que sabe, convencido además, de que sus creencias son lo más justo.
Al siglo XX (y a la parecer al XXI) lo caracteriza el estallido de la juventud. Los rucos se anquilosan, pierden vigor. La revolución se vuelve un proyecto imberbe (a pesar de las luengas barbas de Fidel Castro y el Chè Guevara). Todo parece indicar que se trató de un espejismo, nuestros jóvenes son idealistas (¿qué duda cabe?), pero cortos de miras. Unos tersos como pompa de bebé; otros vandálicos como púber berrrinchudo.
El problema es que estos Alcibiades carecen de Sócrates con quienes contrastarse. Nuestros viejos están amargados y secos como fruto olvidado, o en una desbocada carrera por permanecer en la juventud para alejar así a la muerte.
Las buenas intenciones de Alcibiades no bastan para hacer un mundo mejor, hace falta una visión, un sueño estructurado; hacen falta, pues, arquitectos del sueño.
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