El linchamiento no es justicia social

El linchamiento no es justicia social

Benjamín García 

Bertol Brecht afirmó: "El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma”. De esta manera se aleja del concepto aristotélico de Catarsis.

La catarsis nos presenta una historia que pone en juego el equilibrio de los valores establecidos para, al final, reestablecerlos de nuevo. El espectador sale del cine o del teatro contento porque los buenos ganaron, porque el orden se impuso, porque el equilibrio volvió.

Los linchamientos tienen mucho de escenificación teatral: los linchadores creen que sus valores se han puesto en desequilibrio, queman a la bestia y entonces el orden se reestablece. Todos felices, todos contentos. Lo que el linchador busca no es una transformación de sus circunstancias, sino el goce de la catarsis.

Pero el linchamiento no es justicia social. No lo es porque se renuncia a la razón y porque el equilibrio moral es impuesto por la ley del más fuerte.

Si alguien asesina al pariente de alguien, y éste segundo cobra venganza y asesina al primero, no estamos ante un lineamiento. La característica atroz del linchamiento es la suma de irracionalidad y multitud. 

Pero si el linchamiento físico, presencial, es terrible, el mediático es peor. El físico por lo menos está delimitado por el espacio y la muerte. El mediático puede continuar aunque sobrevenga la muerte.

Aquí habría que distinguir un punto básico: no todo se puede hacer (porque hay un estado, un pacto social, una ley de la tribu, una moral, etcétera), pero todo se puede decir.

Una sociedad que no acepta el "dictum" es una sociedad que acepta la muerte, el anatema y que, en términos generales, renuncia a la libertad.

Entendamos la diferencia: yo puedo decir que odio a los calvos sin que eso deba implicar una sanción sobre mí.

Vamos, una cosa es que me ponga a matar calvos y otra que diga que me caen mal y que me gustaría que no existieran.

Por supuesto, cualquiera puede decir que no está de acuerdo conmigo, pero hay mucha diferencia entre debatir, discutir, analizar, sopesar, razonar, contradecir... y enjuiciar, dictar, silenciar, bloquear, retirar.

Todo linchador es un fascista, alguien dispuesto a acabar con todo aquello que no le parezca o guste. Alguien que no dudará en matar física o simbólicamente en pos del goce de la catarsis. Lo peor es que se escudará bajo el disfraz de la justicia. 

El linchamiento mediático es la peor de las dictaduras. Bajo sus normas difusas todos podemos perder la cabeza, incluso los propios linchadores. Es el poder omnímodo por el cual nadie responde.

Además, al ser catarsis, el linchador contribuye a su propio mal, no busca las causas de su malestar, sólo un desquite que le haga sentir que el equilibrio se mantiene. 

Mañana se quemará a alguien más, pues desde esta narrativa, la justicia no consiste en lo justo, sino en el sacrificio, en matar.

Queda en manos de los libertarios del mundo oponerse a esta forma execrable. Es hora de madurar, no hay santos, sólo humanos, con todos los defectos que eso incluye.


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