Chismes y sedicias

 

Chismes y sedicias

Benjamín García  

A menudo me preguntan: ¿Esto qué es? ¿Un cuento, narración, relato?

Para responder a esta inquietud es necesario sentar lo que entendemos por narrar. ¿En qué consiste el acto de narrar? En términos simples, en contar una historia, un suceso, ya sea real o imaginario; en decir que algo le pasó a alguien.

Visto así, hay narración en los cuentos, novelas, leyendas, chistes, películas, cómics, obras de teatro, videojuegos, telenovelas, series y hasta en los chismes, sí, en los chismes.

¿Cuándo consideramos que un chisme es digno de ser tal? Pues cuando hay algo que contar. Jamás llego con mi amigo a decirle: ¿Qué crees? Vi a fulano tan tranquilo como siempre. En ese caso no hay chisme, únicamente si algo le pasó a fulano, una aventura: se divorció, enloqueció, heredó una fortuna, o bien, de rico pasó a la extrema pobreza.

La disciplina llamada historia también cuenta historias: A Napoleón lo derrotaron en Waterloo. A JFK lo asesinó Lee Harvey Oswald.

Narrar, por tanto, es contar algo que le pasa a alguien. ¿Qué le pasó a don Quijote? Enloqueció por leer tantos libros de caballerías (otros dirían que obtuvo clarividencia) y se convirtió en caballero andante para buscar aventuras. ¿Qué le pasó al doctor Víctor Frankenstein? Quiso arrebatar el poder de la vida a Dios.

En política, suele pensarse que hay discursos y que estos transportan ideas, propuestas, es curioso que el conjunto produce una narrativa. Por ejemplo, la democracia funciona bajo el supuesto de que es la forma menos peor de gobierno, sobre todo si tomamos como peor la monarquía o la dictadura.

Quien llega al poder es el mejor menos peor, el elegido para salvarnos de la maldición, al menos por uno o dos periodos y luego el ciclo se renueva.

Las narrativas, como cuentos y novelas, funcionan en el universo imaginario, las narrativas sociales pueden llegar a cometer crímenes, así que más vale aprender a contar historias y a desmontarlas.

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