La última opción

La última opción 
Benjamín García 

El estado existe a causa de nuestra pereza. Sin él, existiría la civilización, por supuesto, simplemente nos habríamos tardado más en lograrla... y quizá nos hubiese salido mejor.
En el cómic The walking dead, Negan, un personaje, explica: "La base de la civilización es proteger al más débil". Más que la base de la civilización, yo diría que es la base del estado moderno. Es más fácil proteger al débil, mostrarle el camino de su propia defensa es un trayecto largo, trabajoso y peligroso, al menos así lo cree, para el poder.
Eso ocurre con el feminismo contemporáneo, en lugar de mostrar el camino de la defensa, toma el aberrante camino de la ley, con lo cual continúa la victimización de la mujer y se dirige a una suerte de autoritarismo social.
Tony, una amiga, me cuenta que en Indonesia hay un espectáculo de mujeres que "escriben con la vagina": agitan una gaseosa, introducen el chorro en su sexo, lo retienen y lo dejan caer de a poco para utilizarlo como tinta. Esta capacidad la obtuvieron después de ser violadas en la guerra, la única manera de evitar la violación fue aprender a controlar los músculos vaginales y usarlos para trozar el pene del, nunca mejor dicho, invasor.
Aprender a defenderse no es sencillo, todas las mañanas hay un cúmulo de basura en el exterior de mi casa, no puedo evitar el deseo de que la policía multe a quienes la tiran ahí. Es el camino sencillo, ¿cómo lograr limpieza afuera de mi calle? No va a ser fácil hallar la respuesta, menos aún llevarla a la práctica, a la larga, será la mejor opción. La ley no debe ser nuestra primera opción, sino la última, siempre la última.

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