Descertificación

Descertificar
Algunos de mis ídolos, como Henry Miller, abandonaron la escuela por sentir que, lejos de estimularlos, los constreñía. Pink Floyd, en su célebre Another brick in the wall, grita: «Teachers, leave them kids alone» y «We don’t need no education», con la idea de que la escuela moldea a partir de la represión. 
En gran medida, ello es así porque se ve a la educación como una cuestión pragmática, relacionada con la movilidad y la práctica social. Queremos dar a los estudiantes un certificado y ellos quieren ir por un certificado, a eso reducimos toda la ecuación. ¿Qué pasaría si no hubiera certificado sino puro conocimiento? 
Es decir, si en el sistema escolar se privilegiara el amor al conocimiento. Existirían clases, actividades y ejercicios, pero no exámenes, estos los llevaría acabo una instancia, como la SEP, para otorgar el ansiado certificado. Cualquier persona podría solicitar la aplicación del examen, esto funcionaría para todos los niveles escolares. 
Es algo que de alguna manera ya ocurre. Por ejemplo, el examen COLBACH que aplica el Colegio de Bachilleres, se trata de una prueba para conseguir el certificado de preparatoria, puede aplicar cualquier persona (obviamente debe contar con un certificado de sencundaria). Hay algunas licenciaturas como Pedagogía o Comunicación cuyo certificado puede obtnerse al aprobar un examen y presentar una tesina, basta con demostrar que se ha tenido experiencia en el ramo. 
Si dejamos que el docente únicamente imparta su clase, le quitamos listas, vigilancia y castigo, su única función será impartir el conocimiento, guiar a las personas en la construcción de su propio aprendizaje. Si la escuela, digamos, para ejemplificar, la preparatoria Francisco Zarco, no entrega certificados, no requiere exámenes de ingreso ni demasiados trámites administrativos, simplemente recibe a quien quiera ingresar (en un mundo ideal podrían convivir personas de todas las edades, en la actualidad, tendríamos que mantener la división entre menores y mayores de edad). 
La pandemia provocada por el SARS CoV-2 ha llevado a vivir un poco esto, la educación a través de televisión permite que no haya listas ni obligatoriedad, los alumnos, pueden aprender con base en los programas preparados para ello, con libros de texto, con tutoriales, etcétera. Por supuesto, no se trata de abandonarlos ni de cancelar la educación presencial, tradicional, si le queremos llamar así, sino de cambiar el esquema de certificación. 
En ocasiones, un niño no gusta, digamos, de las matemáticas, al crecer, se desempeña como cortador de aluminio, trabajador de la construcción, carpintero, etcétera; la geometría y la aritmética se volverán muy preciadas para esa persona y le podría resultar importante terminar la primaria, secundaria, preparatoria o, incluso, obtener un título universitario. Una prueba o una serie de pruebas le pueden dar derecho a obtener el certificado.
Así podríamos conseguir volver al espíritu peripatético: el amor al conocimiento antes de su practicidad, al tiempo que satisfacer las necesidades sociales de titulación.

Benjamín García

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