Pandemia y libertad 2

 Para el querido Osiris Cantú

Decía mi querido Marcelino Perelló que la actualidad es una vedette, puesto que es pasajera y veleidosa, quizá por eso mismo nos resulta asaz atractiva.

El tema hoy es la reciente pandemia, en México, por desgracia, debemos sumar a ello la presencia de un gobierno extraño, tan populista como radicalmente neoliberal; surgido de los movimientos de izquierda pero con un pensamiento de derecha religiosa.

No es que lo uno y lo otro no sean temas importantes, pero mi reflexión surgió de la pregunta que planteé a un amigo anarquista: ¿Cómo crees que se debería responder desde la anarquía a la pandemia? Una pregunta así ya no opera para la actualidad, sino desde ella para ir más lejos.

El Estado, mientras exista, debe cumplir con su deber, eso lo doy por hecho y no me interesa, de momento, discutir si Merkel lo ha hecho bien y AMLO mal, prefiero asomarme en lontananza para imaginar, una utopía no meramente soñadora, sino constructora de senderos, una suerte de ingeniería y arquitectura del porvenir.

Cambiemos el tema de la pandemia a la urbanidad (que al final, van de la mano). Todos somos peatones en alguna medida. Me gusta mucho caminar por las calles, a menudo, veo como gente de diversas capas sociales sube su auto a la banqueta. El estado, por supuesto, da como respuesta a esto: multas, no puede renunciar a su función, en términos de Foucault, de vigilar y castigar. Pero si pensamos más allá del Estado, yo veo tres posibles soluciones: postes pequeños que obstaculicen el ascenso de los autos a las banquetas (para ello requerimos de la acción estatal, pero mediada por la acción ciudadana); el convencimiento, que va desde folletos y charlas hasta coger un altavoz y lanzar un discurso afuera de la casa del malhechor; y acción directa, por otro, ¿qué acción? Caminar sobre los autos, si solamente va uno, aplastarlos o volcarlos, si vamos varios.   

Henry Davtid Thoreau, pensador norteamericano, se hartó de vivir en la sociedad estatal, con una cuantos objetos y unos dólares se fue a vivir a las orillas de lago Walden, ahí construyó una cabaña de apenas unos metros y lo que hoy llamarían “un huerto de bolsillo”. Así vivió dos años. No esperaba ser ejemplo para nadie, simplemente resolvió salir del modo de vida occidental. Cuenta que en alguna ocasión se encontró con un granjero que pasaba penurias. Thoreau se animó a contarle su modo de vida, quizá si aquel hombre lo adoptaba, su familia y él dejarían de sufrir. El tipo miró a Thoreau como a un “loquito”. El pensador se sorprendió al pensar que nos es más fácil cargar nuestras cadenas que aprender a soltarlas.

La acción de Thoreau es brillante, aunque no deja de ser una transgresión individual. Cuando hablamos de transformar la acción colectiva aparece el debate. Un ejemplo de esto lo tenemos en las vacunas. En los últimos años han surgido diferentes movimientos antivacunas, cobraron tanta fuerza y han dañado tanto a la población, que varios gobiernos han tomado la decisión de volver la vacunación un acto legalmente obligatorio en aras de buscar el bien mayor.

En principio, digamos: ni modo, la ignorancia y la mala fe han llevado a tomar una medida drástica. Pero no nos engañemos, es justo detrás de eso que comienza lo que se conoce como «el huevo de la serpiente», en la sociedad surge el deseo de un gobierno fuerte, de un control fuerte, esto conduce a la aparición del totalitarismo. Es probable que, luego del trauma generado por el nazismo y el fascismo, sea difícil que un gobierno sea totalmente fascista, pero más que el gobierno, es la sociedad quien se vuelve autoritaria, no nada más exige medidas duras, de facto, las aplica.

En muchos barrios hay mantas que rezan: “Ladrón, si te agarramos, no te vamos a entregar a la policía, te vamos a linchar”, al menos el anuncio procura ser disuasorio, pero nos muestra el estado social.

Si no somos capaces de convencernos entre nosotros, de convertirnos en verdaderos ciudadanos que practiquen y promuevan la razón, la fraternidad, la solidaridad, la inteligencia, el afecto, el bien común, entonces, factores como la salud o la criminalidad se convertirán en pretexto ideales par continuar con nuestra esclavitud urbana.

Benjamín García

Comentarios

Osiris Cantu ha dicho que…
Dos breves comentarios.
1. Si la libertad es la necesidad conocida, en consecuencia es necesario el conocimiento de las características y la forma de trasmisión de la enfermedad a fin de liberarse de ese mal, lo que obliga a una acción de toda la sociedad, lo que solo el Estado puede (y debe) dirigir y enfrentar exitosamente con leyes y medidas prácticas acordes con la situación. De no aceptarse esta verdad básica, dejaría de ser demandable que el Estado cumpla con su deber. Salud, seguridad pública y educación son funciones y responsabilidades inexcusables del Estado, las que pueden complementarlas los particuares y colectivos, pero que jamás sustituyen la labor del Estado. La vacuna, por ejemplo, puede ser y es obra de universidades e instituciones privadas, pero solo los Estados pueden realizar y coordinar las campañas nacionales de vacunación. El presidente AMLO ha pretendido eludirlas bajo la divisa de "prohibido prohibir" que de hecho significa renunciar a una obligación básica del Estado, y de hecho someter la sociedad a las fuerzas ciegas de la pandemia. Es inimaginable una ley de transito sin prohibiciones y sus respectivas sanciones.Un debate sobre la pandemia y la libertad abstracto al margen de la realidad, y la experiencia práctica la nuestra y sobre todo de al margen de la experiencia mundial, me parecería ocioso. Los ejemplos de Cuba y Vietnam, este último con 0 muertes, Pero también el de China que siendo origen de la pandemia y con la mayor población mundial ha controlado con éxito la enfermedad, Pero también en el otro extremo, la experiencia de Estados Unidos y de los países desarrollados de Europa, con las cifras más altas de muertes. Se puede teorizar pero esa labor intelectual y política para que tenga sentido y utilidad práctica requiere datos objetivos, muchos datos de todo el mundo científicamente seleccionados y procesados. Tengamos presente el fin que de acuerdo con Marx da sentido a la filosofía: no solo comprender el mundo, sino que se trata de transformarlo. En nuestro caso, se trata de vencer la pandemia, someter a las fuerzas ciegas de la enfermedad y liberarse de ella.
2.Un debate sobre la desaparición del Estado en el contexto de esta pandemia no tiene ningún sentido ahora y no si algún día lo tenga, porque hace mucho Marx lo dilucido por completo. El comunismo, sociedad en la que habrá desaparecido el Estado, será el resultado final del desarrollo de la sociedad socialista futura, consecuencia lógica del inmenso desarrollo de las fuerzas productivas y la extinción gradual de las clases sociales y con ellas también del Estado, lo que hará posible el principio comunista de distribución de la riqueza, producto social del trabajo: "De cada quien según su capacidad, a cada cual según sus necesidades". Es absurda esa discusión ahora o después. Pero además, estimado Benjamín, tu texto no trata de eso. Es más, aún no alcanzo a entender de qué se trata, ni el qué ni el para qué. Para que desaparezca el Estado deben haber desaparecido las condiciones materiales de su existencia: las clases y la naturaleza mercantil de la producción. Lo que se entiende imposible en la actual sociedad capitalista de clases.

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