Algunas notas sobre Henry Miller

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Esta vez las necesidades son sencillas. Una muchacha que coja con el corazón y el alma y las nalgas; un olivo, una máquina de escribir y unos cuantos grandes amigos como tú. ¿Qué te parece?

Cuando Larwence Durrel y Henry Miller se localizan por correspondencia, Durrel es apenas un mocoso más o menos aventurero y Miller un escritor recién ingresado a la madurez, en vías de aribar a su plenitud artística.
Cito la carta que durrel envía a Miller después de leer el Trópico de cáncer.

A/C del cónsul británico, Villa a Gazini, Perama, Corfú, [agosto de 1935
Es
Estimado Sr. Miller
Acabo de leer Trópico de Cáncer y siento que me gustaría escribirle unas líneas al respecto. Me da la impresión de que es la única obra de escala realmente viril de la que pueda alardea este sgilo (lo viril en Miller es importante, con un siglo que pronto se convertirá en el siglo de las marciconerías, lo viril aparece como una defensa del macho, que no necesariamente del machismo). Es un triunfo total desde el arranque; y no sólo representa una llamada de atención literaria y artística para todos, sino que realmente pone en el papel la sangre y las vísceras de nuestro tiempo. Nunca he leído nada igual. No me imaginé que pudiera escribirse algo así; y sin embargo, curiosamente, al leerlo me pareció reconocerlo como algo para lo que sabía que todos estábamos preparados. Estaba listo el espacio para ese libo. Trópico de Cáncer se abre paso a una nueva vida que ha recuperado sus agallas. Ante él los elogios se convierten en un lugar común, así que, por amor de dios, no me eche en cara que esto suene como los graznidos de un viejo reseñador o como un anuncio de crema facial. Sabe Dios que sopeso lo mejor posible las palabras pero el condenado libro ha estremecido las básculas como un terremoto y ha confundido mis habituales pesas y medidas. Me encantan sus agallas. Me encanta ver diezmados los cánones de la emoción oblicua y mezquina, ver cubiertos de estiércol los caprichos y las batallas de sus contemporáneos, de Eliot y Joyce. Que Dios nos dé a los jóvenes el valor de plantar encima margaritas y concluir esa tarea.
(...)
(Trópico) Encontró por fin como salir de las letrinas. Es gracioso que nadie haya pensado en salir de ellas por el excusado, junto con el agua, en lugar de apiñarse en la puerta. Saludo a Trópico como el libro de mi generación. Está hecho a la medida del hombre, y se ubica directamente entre esos libros (y son muy pocos) que los hombres han hecho desde sus propias entrañas. Dios me perdone, esto suena pomposo, pero ¿qué se puede decir?
p. 16 carta desde Corfú

Durrel da en el clavo según asegura el propio Miller, si algo distingue la obra de Henry, son las entrañas, las entrañas por la vía escatológica, las entrañas que sienten, que mastican, procesa y cagan. La estética de Miller se basa en la vida, ni siquiera pretende unir vida y arte, simplemente es vital en tanto que la vida, antes que arte, es eso, vida. Contrario a lo planteado por Miller, el camino de la literatura hoy día, corre más por el sendero de la forma, arquitectura evasiva. Durrel le escribe al autor de la Trilogía rosada:

Carta de Durrel
A/C Banco Jónico (mediados de enero de 1937)
En nuestra época hemos llegado a un punto en la literatura en que al escritor le es posible SER EL MISMO en el papel. Es más que posible. Es inevitable y necesario. Pero para los isabelinos escribir era algo totalmente separado de vivir.” P. 51 A propósito del ensayo sobre Hamlet.
Ya no se trata de lo que el arte representa, ni de su función de entretenimiento y tampoco su alcance de belleza, el arte se convierte en una posición y una exposición, Miller lo comprende y lanza la pluma para provocar al lector.

París 20 de enero de 1937

Henry Miller a Durrel

Veo pasar al hombre en largas oleadas, así. Pihteanthropus erectus. Neanderthal... Cro-Magnon... Tal vez hemos avanzado 10,000 años más o algo así en nuestro ciclo de desarrollo. Tal vez nos lleve 15,000 más mostrar todo lo que tenemos. ¡Y entonces fuera! ¡Fuera, como un relámpago! Y otra raza flamante, nuevas ideas, nuevos tabúes, etc. No necesariamente superiores. No, pero sí totalmente diferentes. Totalmente. Gloriosamente diferentes. Esto está siempre en el fondo de mis ideas... el hombre nuevo por venir, que ni siquiera sabrá cómo leer nuestras reliquias. (...) p. 57
Miller está en busca del nuevo hombre, aún a pesar suyo, él forma parte de esa constelación del medio milenio, de la edad moderna, lo mismo los ilustrados que los revolucionarios franceses, que el comunismo, que la ciencia y que los filósofos y beats (a quienes Durrel detesta) esa constelación, esa posición zodiacal que anuncia que el hombre no puede ser esta mierda que ahora es.
El querido Val de June Miller no se propone así mismo como el hombre modelo más que en dos cosas, y quizá puedan reducirse a una: Una actitud vital, y una capacidad de amor. El autor sugiere al lector humillarse no como un acto de sobajamiento perverso, arrastrarse no es convertirse en gusano si se hace con amor. En algún pasaje plantea: Si dios no es amor, su existencia no sirve para nada.

A/C Banco Jónico, Corfú. 27-01-1937
De cualquier manera, soy uno de los expatriados del mundo. Es solitario vese separado de la raza de uno.
Durrel.



La admiración por lo que todos nosotros consideramos una literatura superior tiene siempre un acento falso. La discrepancia entre lo que somos y lo que admiramos en los demás es, al fin y al cabo, una discrepancia en la vida. El estímulo que el arte le proporciona a los hombres no es más que el resultado del reconocimiento ciego de que no hemos vivido lo suficiente. El vivir, sin duda, puede darse en toda clase de planos. Pero vivir es siempre vivir; la prueba, o el óptimo, si lo prefiere, de la fe probada. P. 61 París 28-01-37
Henry Miller a Durrel.

Toda obra sincera incita a vivir, y vivir, hacerlo plenamente, signifca aceptar la aventura hasta sus últimas consecuencias, incluso en el aburrimiento, que tanto le interesaba a Miller. En otras palabras: La fiesta está en la fiesta.

Miller no es distante de lo q ue escribe, cuando Durrel le da a leer The Black Book, Miller le dice que ahora, al dejar de lado la literatura comercial, “Su carrera comercial ha terminado. De ahora en adelante está fuera de la ley, y lo felicito con tdo el aliento que hay en mi cuerpo”. P. 63

Todo acto sincero sale, rompe los márgenes de la ley, el amor por ejemplo, es un acto de violencia extrema, por eso se le viste con dulces bombones y rosas, para cubrir sus impudicias.

Al menos para mí significa que se da cuenta de que lo maravilloso no es un reino separado, estático, intocado, que anhelamos y por medio del cual destruiremos un presente siempre presente, sórdido, feo e insostenible, sino que en el aquí y en e ahora (que era exactamente mi tesis) siempre tenemos los maravilloso simplemente por el poder transformador del espíritu. P. 65 París. 13-01-1937
Argumento de Miller a propósito de TBB de Durrel y el surrealismo. Lo maravilloso, como en lo Real Maravilloso Americano, pero sin el exotismo, no está en un más allá lejano, se encuentra en la cotidianidad sorprendida, lo maravilloso de abandonarse al transcurso de 24 hrs. plenas de excitación.
En cierta forma no importa, porque la vida misma es simplemente una ilusión... que crece como un cristal de Venecia, con unos cuantos soplidos y luego... ¡Crac!
Lawrence Durrel, Carta a H. Miller a la muerte de Anaïs Nin 03-01-78

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