La candidatura de Naraku


 Ben Gar, fielrocinante@yahoo.com.mx


Inuyasha es una obra manga-anime creada por Rumiko Takahasi, a quien también debemos esa otra maravilla que es Ranma ½. En ella aparece un personaje muy interesante, Naraku, una suerte de demonio perdido por el deseo. Podríamos decir que representa a la maldad en sí misma, ¿por qué? Porque en el fondo no desea otra cosa sino causar desgracias. A lo largo de la serie busca hacerse de la perla de Shikon, pero en el fondo carece de un objetivo concreto, no desea riquezas, ni poder político, desea sí, a una persona, pero hasta eso pasa a un segundo plano,

Eso me lleva a una pregunta que a menudo me planteo, ¿por qué alguien quiere ser presidente de un país? La respuesta típica es que para ayudar a su país y bla, bla: La realidad es que se puede hacer mucho por un país desde el congreso, o incluso sin pertenecer a él, a través de iniciativas. A menos que se trate de una dictadura, ningún presidente es todopoderoso, debe procurar muchas alianzas y vive bajo constante presión. En general, cuando ya están por acabar su periodo, los presidentes se notan muy avejentados, como si el puesto se los devorara.

¿Por qué entonces aspirar a tal puesto? Algo hay en el orden de la vanidad, por supuesto, y también hay un cierto placer lujurioso en la manipulación, no nada más del ciudadano que va a votar, sino en ese placer por reunirse, por hacer acuerdos, por negociar, ceder, trincar, obtener, mover los hilos y conseguir que otros actúen, a veces sin darse cuenta, a favor de lo que se busca. Eso es Naraku, busca la perla para obtener poder, pero ni siquiera es el poder en sí mismo lo que lo estimula, sino todo el proceso, el poner a unos contra otros.

En una de las escenas más tristes, el villano se apodera del alma de Kohaku, un pequeño infante, lo hace matar a su familia y luego lo deja ver lo que ha causado. Desde ese momento el púber se convierte en un ánima en pena. Eso que parece tan lejano de nuestra realidad, es, en realidad, lo que vivimos todos los días, incluso sin notarlo, incluso si nos reivindicamos como apolíticos. En literatura suele decirse que, bien visto, únicamente hay dos temas: amor y muerte. Los grandes detectives de la literatura aseguran que hay dos motivos para el crimen: amor y dinero, y casi siempre es el segundo. Si reunimos todo, se sintetiza en la frase: ambición de poder, pero ¿para que desea alguien el poder?

En México responderíamos, pues nomás, porque sí, pa’ ver qué pasa. Y en realidad es así, por el puro gusto de ser el “master of puppet”, el que tira de los hilos y es capaz de controlar a los demás. Naraku es, finalmente, una bruja al estilo de las moiras, corta el hilo de la vida cuando se le da la gana, y es ahí donde deberíamos centrar nuestros esfuerzos, en cortar esos hilos. En la serie, el perverso villano es derrotado cuando la perla es purificada. Muere, pero no trágicamente, sino con una insólita paz. ¿Qué es esa tranquilidad? A mí me rememorar el estado de meditación, la ausencia de deseo. La purificación consiste en derrotar la maniobra, paradójicamente, por medio de la maniobra. Es decir, para que el master of puppet no nos domine, debemos ser nosotros quienes no sólo corten, sino también aprender a mover los hilos.

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