La tentación de ser Mario Bros



 

Ben Gar

En mi infancia, uno de los grandes acontecimientos fue la aparición de He-Man, un tipo lleno de músculos, en tanga, armado con una espada y acompañado por un tigre. Con mucha facilidad me imaginaba en aquel mundo de Eternia, pero conforme crecí, la realidad me golpeó, no vivía en ese mundo lleno de aventuras, sino en Tlalnepantla, un lugar no exento de encanto, pero muy aburrido, donde la cultura nunca ha fructificado y donde la ciudad no ha terminado de instalarse, pero tampoco se ha quedado el pueblo. Además, yo no era sino, primero un niño regordete, luego un desaliñado adolescente.

Quizá por eso gozó de tanto éxito Mario Bros, después de todo era un tipo común, un fontanero, de baja estatura, madurón, capaz de salvar a una princesa y de recorrer un mundo fantástico. Es en ese sentido que entiendo la tentación de ser Mario Bros, la idea de que cualquiera de nosotros puede salvar al mundo y conseguir con ello una gran aventura, maravillosas recompensas y, sobre todo, la categoría de héroe.

We can be heroes, promete la canción de David Bowie, la diferencia estriba en el yo y el we. Si volvemos a He-Man, es un gran personaje, porque realmente se trata de un héroe, pero acompañado siempre de una multitud de personajes, sin ellos no podría enfrentar a las feroces hordas de Skeletor. Lo que quiero implicar con ello es que la narrativa del héroe es individual, mientras que el heroísmo es colectivo, comunitario.

¿Necesitamos héroes? Sí, pero ya no a la manera de Mario Bros, el único dispuesto a enfrentar la gran batalla. Tal vez por eso en Mario Bros 2, aunque se mantuvo el nombre del personaje, ya aparecieron: la Princesa Peach, Honguito (Toad) y, aunque ya existía desde la versión anterior, no era sino una calca de Mario; un renovado Luigi.

Muchos de los juegos de RPG (rol) se caracterizan por eso, no se trata de un solo héroe, sino de varios, es el conjunto el factor decisivo para lograr la hazaña. Así, el reto de nuestra nueva era es enterrar a los héroes, pero no al heroísmo, romper con la tentación de ser Mario Bros y mejor convertirnos en la Princesa Peach, una capaz de rescatarse así, a los demás, con los demás.

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