Demonización

Demonización 


Benjamín García 



La demonización es un proceso mitológico. Al parecer, al ser humano le ha servido para expiar sus culpas al proyectarlas sobre el otro. 

En psicología, es Jung quien aborda el fenómeno de "la sombra", está se construye de aquello que está en nosotros pero que nos resulta imposible aceptar en forma consciente. Por ejemplo, aquel que detesta profundamente el abuso político, puede ser un abusón con sus amigos, con su familia o de alguna manera más compleja y difícil de observar.

La demonización puede o no tener bases reales. Por ejemplo, en historia se habla de la leyenda negra de los españoles. ¿Lo que hicieron los conquistadores fue una masacre? Sí, en parte, pero no hicieron algo muy distinto de lo que hacían los demás conquistadores.

Donald Trump basó el éxito de su campaña en hacer creer que los migrantes son el principal problema de Usa, es decir, los convirtió en el demonio a vencer. La estrategia resultó exitosa, triunfo en las elecciones y de pasó metió a México en una serie de problemas.

El presidente Consultorio ha hecho otro tanto al dividir al mundo en “el pueblo bueno” y los fifís, estos últimos son los demonios a vencer.

El problema de la demonización es que nos encajona en un discurso binario, donde todo se encierra en dos cajones: a o b, de tal suerte que toda otra opción queda invalidada. 

En Mexico se han creado demonizaciones binarias como: chilango - provinciano (horrenda palabra que implica derrota), naco - fresa, izquierda - derecha (no es original de México, pero se la emplea con singular alegría); entre muchas otras.

El problema de la demonización es que es una campaña que requiere mucha energía para iniciarse, pero una vez comenzada, persiste y es muy difícil de erradicar. En muchos lugares de México, los “chilangos” prefieren decir que son de otro estado para evitar agresiones. 

La demonización evita que asumamos nuestras responsabilidades individuales y sociales. Vemos a los otros como los “malos” y en modo alguno consideramos que podamos propiciar “maldades”. 

En política la demonización es un lastre particularmente grave, no sólo porque sirve para engatuzar a los ciudadanos, sino porque engendra y prohíja todo tipo de linchamientos.

Una sociedad cuyo fin sea bregar hacia mejores rumbos por mejores derroteros, no debe construirse sobre la demonización, sino posicionándose en el debate, la discusión y el conocimiento.

Jung propone no huir de la sombra, sino abrazarla; ¿significa eso tolerar las malas acciones? No, en realidad nos lleva a reconocernos como sujetos históricos, responsables de la acción colectiva, individuos que conviven con sí mismos y con los demás. 

En nuestro México contemporáneo equivale a  dejar de buscar culpables en la historia y en la política y asumir nuestras fallas, repararlas y continuar, dispuestos siempre a equivocarnos y a enderezar el camino. 

No hay peor demonio que el que nos negamos a ver.



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