Terrícolas

El primer punto de los Sentimientos de la Nación (14 de septiembre de 1814), obra del insigne José María Morelos y Pavón, es «Que la América es libre independiente de España y de toda otra Nación, Gobierno o Monarquía, y que así se sancione, dando al Mundo las razones». Aquí se debe observar la idea de una América unida, que no hacía referencia únicamente a Nueva España – México, sino al continente entero.

A los yuesei (USA) les cuesta trabajo entender que se apropiaron del nombre del continente, y al resto nos cuesta trabajo entender que, de alguna manera, al apropiarnos del concepto de Latinoamérica, permitimos dicho hurto.

Quizá podríamos retomar este espíritu americano universal, ya no para el continente, sino para el mundo entero, ya no la independencia de España (aunque es válido para las naciones que aún no se han liberado), quizá ni siquiera la tan necesaria independencia con respecto al imperio, sino una suerte de independencia fraterna, una que respete las diferencias, las reconozca, inclusive, sin que se conviertan en factor de opresión o discriminación.

En mi periplo de músico callejero descubrí que los artistas, por las municipalidades, somos tomados como plagas, semejantes a cucarachas o chinches. Pero hay dos países particularmente amables: Francia y Suiza. En ambos se puede tocar casi en cualquier lugar, mientras uno no invada zonas prohibidas, ningún policía llega a molestar. Incluso, cuando uno invade alguna zona, son muy amables para retirarte. Recuerdo que vi a un ejecutante de Gaita en los pasillos del Louvre, no quise perder la oportunidad, cogí mi clarinete y procedí al sonido. Un amable guardia se disculpó por interrumpirme, me explicó en qué zonas podía tocar.

Un espíritu universal permitiría que los artistas pasaran de un lugar a otro sin mayor problema, que trabajaran en las calles, obviamente, siempre y cuando no privaticen el espacio. Un espíritu universal, permitiría, a la manera de la Unión Europea, que los trabajadores consiguieran laborar en donde les de su franca gana. A final de cuentas, la producción actual es mundial. Es cierto que hay leyes y regulaciones locales, en principio, deberían respetarse, para lograr este objetivo es necesario establecer acuerdos, no nada más entre gobiernos. No se puede ser iluso y pensar que en este momento, con nuestro puro dictamen, desaparecerán las entidades de gobierno, se las debe presionar, pero también se las debe rebasar, acuerdos en todas las esferas sociales permitirán socavar el modelo partidocrático imperante en casi todos los países actuales.

En ese sentido, ya no se trata de ganar la América, sino el mundo, no como esos científicos locos de las caricaturas que quieren dominarlo, sino con una especie de Vía Apia ciudadana. Algo así como lo que construyen los artistas transhumantes, pero, sobre todo, los cicloviajeros, que tejen redes mundiales de asistencia y apoyo.

Es decir, la manera de recuperar las independencias de cada continente y de cada país pasa por admitir la integración mundial, pero desde el actuar de los ciudadanos, de los habitantes, si se quieres decir así, desde cada uno de los terrícolas que viajamos y viajaremos sobre esta nave estelar.

 Benjamín García

 

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