Suburbano V

Suburbano V

Línea 8, Hugo y el box de la vida

Hugo era un bebé cuando ocurrió el temblor de 1985 en la Ciudad de México. Su tía llegaba al 100% de ebriedad, subió las escaleras de aquel edificio vecindad. Antes de llegar a su cuarto sintió la urgencia fecal. Entró al servicio, se bajó los calzones y se sentó. Con una mano sobre la pared intentaba no caer, el alcohol recorría su ser y le entorpecía los movimientos. De pronto, sintió que caía: Ush, ahora sí estoy muy borracha. En segundos se percató de que no era su pitima, sino un temblor. Se subió los calzones en un instante y corrió desesperadamente hasta la calle. Una vez afuera, gritó: “El bebé”. Corrió hacia adentro, cogió a Hugo de la cuna. Salió, lo entregó a los brazos de oro familiar. Se desmayó junto con aquel edificio vecindad.

Quizá por eso la vida de Hugo siempre ha sido trémula, peligrosa y cercana a las mujeres. 

He observado sus maneras de actuar:

Mira a a la chica. Alegra los ojos y luego, como un mico feliz ante una vara, agita las manos y emite: ¡Swaaaamp! Es una interjección inventada por él, retomada del anuncio de salchichas que decía”swantástico”. Es una forma de indicar que la mujer es hermosa, una diosa.

Hijo de una familia disuelta, su tío le dio la oportunidad de vivir en uno de los cuartos que renta por el rumbo de Iztapalapa. Así que en la época en que nos conocimos  no se preocupaba por la renta, sí por la comida. 

Prófugo de la secundaria, ex boxeador, ex artesano, ex danzante prehispánico y demás, encontró en la música urbana una forma de vida, de supervivencia. 

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