De Naked Lunch

El esbirro sanguijuela
-No, jefe, no... El departamento es toda mi vida.
Besa la mano del Supervisor y le mete los dedos en la boca (para que el Supervisor pueda sentir sus encías sin dientes) lamentándose de que ha perdido los dientes en el chervichio.
-Por favor jefe, le limpiaré el culo, lavaré sus condones usados, sacaré brillo a sus zapatos untándolos con la nariz...
-¡Esto sí que es realmente desagradable! ¿No tiene usted orgullo? He de decirle que estoy sintiendo verdadera repugnancia por usted. No sé, hay algo, no sé, podrido e usted, huele usted como un montón de estiércol –se pone un pañuelo perfumado ante la cara-. Tengo que pedirle que salga de este despacho inmediatamente.
-Haré lo que sea, lo que sea –el rostro verdoso y estragado se abre con una horrible sonrisa-. Soy joven todavía, jefe, y cuando se me calienta la sangre pego bastante fuerte.
El supervisor vomita en su pañuelo y apunta hacia la puerta con mano trémula. El comprador se levanta clavando una mirada perdida en el Supervisor. Su cuerpo comienza a inclinarse como la varita de un zahorí. Fluye hacia delante...
-¡No! ¡No! –grita el Supervisor.
-Schlurp... schlurp, schlurp...
Una hora más tarde encuentran al Comprador dando cabezadas en el sillón del Supervisor. El Supervisor ha desaparecido sin dejar rastro. P. 31 El almuerzo desnudo

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